Hola Reader, ¿cómo estás?

Mientras escribo estas palabras no dejo de pensar que en una hora voy a entrar a la reunión semanal con una startup de la que soy advisor. Después pienso en las otras reuniones que tendré por la tarde y en los entregables que tendré que cerrar para mañana. ¡Lo que disfruto sentarme a escribirte! Y sin embargo me distraigo con los compromisos del futuro.

Existe un nombre técnico para esto que los especialistas usan para darle identidad. Se llama “estado de supervivencia”.

Al parecer, este estado nos resultaba muy importante y necesario durante las épocas en las que vivíamos en tribus y en un incesante riesgo de muerte ya sea por los animales, los fuertes cambios climáticos o conflictos con otras comunidades. Estábamos en un constante estado de alerta y no podíamos pensar ni hacer otra cosa.

Pasó el tiempo, mucho tiempo, y nuestra realidad es completamente diferente al de aquella época. Sin embargo, ese estado de supervivencia sigue intacto en nuestra biología y lo más preocupante es que se ha vuelto el estado por defecto de nuestra generación y las posteriores.

Me doy cuenta mientras te escribo que mientras mi mente esté alerta y preocupada por todos los compromisos del día, pensando en las cuentas que tengo que pagar antes de fin de mes y toda la lista de pendientes que me prometí cerrar para fines de Febrero, no habrá ni un centímetro de espacio para que mi creatividad fluya.

Si queremos que la vida no se nos escape de las manos, es necesario hacer un pacto con nosotros mismos. Comprometernos a mantener nuestra atención en el día a día, ocupándonos de lo que verdaderamente tenemos que ocuparnos incluso para que ese futuro inevitable suceda, pero cuando sea el momento y sin apuros. Abandonar las preocupaciones por lo que no pasó y regalarnos algunas horas del día para crear.

Este año me hice una promesa. Me prometí que de ahora en adelante las primeras dos horas del día las iba a destinar para crear. Me levanto, medito durante 15 minutos y luego de llenarme la botella de agua me regalo esas dos primeras horas para la expresión. Ojalá sean más, pero es lo que hoy puedo comprometerme y eso es lo importante.

Mi invitación para vos es que te puedas regalar ese tiempo también. Que congeles un momento del día para trabajar en ese proyecto que venías postergando, en ese portfolio que todavía no podes cerrar o en ese artículo que hace rato que te gustaría publicar y todavía no lo hiciste.

Ah, ¿y sabes cómo le llaman los especialistas a lo opuesto al estado de supervivencia?

Estado de creación.

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2 Libros

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1 Reflexión

“El sufrimiento es un momento de claridad, cuando ya no puedes negar la verdad de una situación y eres empujado a un cambio incómodo. Soy afortunado de no tener todo lo que quise en mi vida, sino hubiese estado feliz con mi primer buen trabajo, mi primer amor de la escuela, la ciudad de mi secundaria. Haber sido pobre de joven me llevo a hacer dinero de grande. Perder la fe en mis jefes y en mis mayores me hizo independiente y adulto. Casi que meterme en el matrimonio equivocado me llevó a reconocer y meterme en el correcto. Haberme enfermado me hizo enfocarme en mi salud. Y así continúa. Adentro del sufrimiento hay una semilla para el cambió” – Naval Ravikant

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