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Shiftseven

→ Pocket N.37 – Volví, pero a qué costo

Published almost 2 years ago • 5 min read

Hola Reader, ¿cómo estás?

Pasaron poco más de dos meses desde la última vez que te escribí. Dos meses que parecieron ser todo un año. El tiempo a veces se comporta de maneras que ni la más clara de las razones puede explicar.

Me quiero disculpar por eso. No es que no tuve intenciones de escribirte, me moría por hacerlo, pero cada vez que me sentaba no podía dejar de pensar qué tanto me representaba hoy el tipo de correo que te estaba enviando.

En vez de dejarme llevar por la inercia de lo habitual decidí por un momento ponerme en pausa y sumergirme en las profundidades de mi ser para traer a la superficie aquello que me mueve por dentro y compartírtelo de una manera que, en el mejor de los casos, te mueva a vos también.

De ese salto al vacío volví con más preguntas que respuestas y una certeza: este newsletter no puede continuar como lo era. El tiempo es movimiento y el movimiento transforma. Si decido volver a enviar este correo con la atención y compromiso que me demandaba el formato necesitaba cambiar de forma.

Si llegaste hasta acá y crees que lo que puede venir por delante es una completa pérdida de tiempo recordá que al final de este correo podes encontrar un link para desuscribirte. Tan simple como eso. Si por el contrario te interesa seguir recibiendo mi newsletter y continuar formando parte de este espacio quiero agradecerte profundamente por elegir estar del otro lado.

Listo. Me desahogué. Dejar salir algo tan importante que hasta hace un minuto se escondía tan cómodamente en mi cabeza se siente muy bien. Pero hay más.

Toda esta experiencia que atravesé durante este último mes me recordó a una regla de oro que se utiliza en aviación y que caí en la cuenta de que fácilmente puede aplicarse a la vida.

Existe una regla llamada “60-1” que establece que por cada grado (1°) que un avión se desvíe de su ruta original perderá 1 milla de distancia de su objetivo por cada 60 millas voladas. Si por ejemplo un avión que se desvió 1 grado recorrió 120 millas se alejaría 2 millas, si recorrió 240 se alejaría 4 y así. Esta fórmula es muy conocida entre los pilotos porque los ayuda a calcular manualmente qué corrección hacer durante el vuelo para asegurarse a tiempo que van a llegar a destino.

Desviarse una milla en el viaje de la vida puede no ser gran cosa. De cualquier manera corregís la dirección y cuando menos te des cuenta ya aterrizaste en tu destino, ¿no?. ¿Pero cuántas millas tiene una año de vida? ¿Y dos? ¿Y cinco? ¿Y veinte?

Llegué a la conclusión de que es terrible ignorar las preguntas elementales que nos conducen a un habitar pleno de nuestra propia existencia. Rechazar la pausa de nuestro tiempo para reflexionar sobre nuestras decisiones y su coherencia entre lo que hacemos y lo que nos hace bien, entre lo que somos y lo que queremos ser, es cuanto menos un acto de abandono a la búsqueda de nuestra propia verdad.

Vivir es una prueba y ajuste constante. Te diría hasta eterna. Desde mi punto de vista, no hay consejo que supere la experiencia personal ni verdad colectiva que arrase con la que uno elige para su vida.

Hoy parece que sólo tiene éxito aquello que dura para siempre. El emprendedor que se ató a su idea y la llevó hasta el final es exitoso, no importan las consecuencias. El matrimonio que llegó juntos hasta la mayoría de edad es exitoso, no importa su relación. El empleado que llegó a ser gerente después de trabajar 30 años en la misma empresa es exitoso, no importa su felicidad.

Hay que declararle la guerra a esa idea destructiva. Nadie que opere en contra de lo que su cuerpo y corazón le indica en el presente puede ser exitoso. Exitosa es la persona que se animó a tomar las decisiones que tenía que tomar aunque todo lo que haya por delante sea incertidumbre y desconocimiento, y que cuando fue momento de soltarle la mano a aquello que ya había cumplido su ciclo se hizo cargo a pesar de tener que soltar una parte de su ego para darle lugar de nuevo a lo desconocido. A eso le llamo evolución.

Nos cuesta desapegarnos de las cosas que sostenemos con el tiempo porque la familiaridad nos aporta seguridad y creemos que habla por nosotros. Nuestra identidad se identifica con ella. ¿Pero a qué costo?

Creer que cambiar es sinónimo de fracaso y soltar señal de debilidad es lo que nos impide ser la versión más genuina y poderosa de nosotros. No podremos responder a las señales que la vida nos presenta ni cultivar una vida plena en tanto no normalicemos la renuncia como acto necesario para dar lugar a lo nuevo. Ya lo había declarado Heráclito: “Nada es permanente a excepción del cambio”.

Fue así como una tarde de domingo decidí poner en pausa la programación de mi vida (los domingos aunque tengan mala reputación para la reflexión pueden ser un gran combustible en estos casos). Me preparé un café, cerré la ventana para hacerle resistencia al frío que entraba y me senté a escribir frente a una hoja en blanco desafiante. Las preguntas comenzaron a presentarse y las enfrenté:

  1. En una escala del 1 al 10 donde no vale usar el 7, ¿estoy siendo feliz con lo que hago?
  2. ¿Qué haría si mi éxito fuera inevitable y nadie a mi alrededor me estuviera viendo?
  3. ¿Qué NO haría si supiera con seguridad de que va a fallar?
  4. ¿Qué haría AÚN sabiendo de que iba a fallar?
  5. ¿Qué estoy haciendo ahora porque creo QUE DEBO hacerlo?
  6. ¿Qué cosas me gustaría explorar más de ahora en adelante?

De repente una página se transformo en una hoja y una hoja se multiplicó por cuatro. Responder a estas preguntas me llevó más tiempo de lo que pensaba pero resultó ser un ejercicio de depuración de ideas que me sirvió para poner en palabras aquellas incomodidades y señales que daban vueltas por mi cabeza. Entendí que es menos probable perderse si cada tanto me detengo a repasar el mapa.

Cuando estamos perdidos es mejor hacer una pausa para recordar de dónde venimos y hacia dónde vamos. Pero a veces las pausas nos ayudan a permitirnos ver más allá de las posibilidades que creamos en el presente y confirmarnos si verdaderamente cada milla recorrida nos acerca al lugar que queremos llegar.

Volví a costa del cambio. De ahora en adelante este newsletter será la primicia de los ensayos que publicaré próximamente en mi blog en base a temas que ustedes me han pedido este último tiempo que comience a escribir. Esto recién empieza.

Bienvenido a Bitácora.


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